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  • ENEMIGOS DE LA MEMORIA



    Busque claridad, precisión y orden


    El gran enemigo de la memoria es la confusión. Los auxiliares más poderosos son la nitidez, la precisión y el orden.

    No busque entonces aprender a la vez un gran número de nociones y las que usted mantendrá a la luz de la atención serán precisas y reducidas a lo esencial. Usted eliminará los detalles sin importancia de forma que las presente al pensamiento bajo la forma de ideas generales. Estas facilitan la memorización porque, bajo una presentación única, una sola palabra, una sola fórmula, una sola frase, abrazan una multitud de hechos particulares. De pasada, tenga en cuenta que toda la publicidad está basada en este principio: para que los “slogans”2 y los nombres de marcas sean memorizados deben ser presentados bajo formas simples y precisas.

    De otra parte, el orden es la necesidad más imperiosa de la mente: la memoria, en particular, no puede con el desorden. Gracias al orden, la memoria guarda sin dificultad, agrega sutileza y encuentra voluntariamente una cantidad increíble de ideas y de hechos; sin orden, la memoria sucumbe bajo la menor carga.

    Esto es tan cierto que a falta de orden racional los procedimientos mnemotécnicos, de los que hablaremos en la última parte, ofrecen un orden convencional más o menos artificial. Pero no hay verdadero orden que no sea lógico. Usted ordenará racionalmente entonces, las ideas generales y las ideas secundarias, es decir, jerarquizadas y ligadas entre ellas por lazos lógicos. Tal es el modo de hacer que su mente este llena, sin que deje de estar bien hecho, de estar llena no de basura, y que contenga mucho sin llevar ningún peso muerto.

    Lo que no impide que cada uno tenga su mnemotécnica personal y sus pequeños procesos más o menos ingeniosos para agrupar sus recuerdos y hacerlos tornar fielmente a la conciencia. Así, es útil, en el ejercicio de memoria corriente, establecer “jalones”, “puntos de referencia” bien seleccionados y agrupar alrededor de ellos todos los recuerdos conexos y subordinados.

    Para situar por ejemplo, en el tiempo, un recuerdo indeciso, un poco vago, usted puede hacerlo oscilar, sobre la línea del pasado, entre dos puntos de referencia; usted lo asocia a uno, lo aleja del otro y lo fecha por comparación entre tales dos puntos. Usted puede decir: “El hecho pasó una semana después de las vacaciones, 15 días antes de la enfermedad de mi hermano, la víspera de tal acontecimiento importante, etc.” Vacaciones, enfermedad, acontecimiento, marcando puntos de referencia fechados con precisión y exactitud; pueden servir para localizar y fechar otros recuerdos.

    Una intervención, análoga de la mente, puede ser empleada en historia para fechar un acontecimiento determinado.