Utilice
las leyes psicológicas de la memoria
La
más importante de las leyes mnemónicas, ya que condiciona la conservación de las
imágenes, se refiere a la vivacidad de la impresión y las sensaciones primeras.
Usted
memoriza fácilmente un espectáculo, un hecho, una lectura, una noción que le haya
suscitado una fuerte sensación. Su agudeza puede provenir de la emoción que la acompaña
o de la atención que ella necesita.
Si
no ha dominado aun la primera condición, tiene la segunda. Es decir, puede disponer
la mayor atención posible al texto o tema que desee fijar en la memoria.
Esta
forma de caminar del pensamiento puede hacerse en dos tiempos: “Cuando leo un
libro del que ignoro el valor, dice Jules Payot, le ocurre a mi atención lo
análogo a lo que le pasa a mis músculos cuando franqueo un punto de nieve dudoso,
sobre la fisura de un glaciar: no apoyo. Franca y deliberadamente, no camino.
Igual, leo “el dedo”. De tal modo, la marca dejada en la memoria es tan débil
que bastan algunas horas para atención redoblada, y por lo tanto voluntaria.
Puedo
leer sin memorizar nada cuando no estoy dispuesto al redoblamiento. “Para que
yo memorice algo, es preciso, ahora que se ha adquirido el hábito, que yo decida
memorizarla y que le de un atento rodeo. Todo lo que no fijo por este rodeo voluntario
de atención desaparece, hago entonces una inmensa economía de fuerza nerviosa,
pues sólo retengo lo que me interesa, observaciones y experiencias que tengan
valor.”
La
atención estará facilitada, y al mismo tiempo, la impresión estará reforzada,
por el establecimiento de planes, de resúmenes simples y precisos, por la
ejecución de esquemas, el examen de ilustraciones y de fotografías, por ejemplo
en la web, que se refieran al tema de estudio. A veces incluso, como en la lectura
del periódico, no puedo, algunos momentos después, traer nada a la memoria. La
mayor parte de las conversaciones banales, de observaciones y de lecturas sin
valor, se disipan como la neblina al sol.”
“Yo
logré de la suerte, una preciosa facultad de olvido voluntario que le aconsejo
a los jóvenes hacerla suya. Solo es necesario voluntad y hábito. Esta facultad
da el privilegio de no memorizar nada en la primera aparición, y, por
consecuencia, no estar bloqueado por recuerdos azarosos. Lo que entiendo, lo
que veo, lo que leo, se desliza hacia el olvido si no memorizo por un acto de
asociación que tenga sentido para mí.
Business