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  • DOMINIO DE LA COMUNICACION DE MASAS

    EL DOMINIO DE LA COMUNICACIÓN DE MASAS


    La comunicación o comunicaciones de masas también designada como comunicación social o colectiva, encuentra sus primeros grandes soportes, a principios del siglo XX, en los diarios de vasta difusión y en la generalización del uso social del cine y de la radio. A partir de la segunda guerra mundial adquiere definitiva carta de naturaleza, gracias al prestigio de que la dota la demostración de sus capacidades persuasivas (su utilización con fines propagandísticos, en la Alemania hitleriana, y su eficacia para movilizar la opinión pública norteamericana contra el nazismo/fascismo, en E.U.A) y, sobre todo, la implantación y desarrollo de la televisión.
    Desde entonces, comunicación de masa en su más común acepción quiere decir la trasmisión/difusión de informaciones y mensajes, destinados a un público muy amplio e indiferenciado, por parte de un agente o instancia social de condición pública o privada, mediante la utilización de medios técnicos, propios de la sociedad industrial avanzada, particularmente idóneos y eficaces.
    Así entendida, la comunicación de masa tiene tres características dominantes: 1) concebir el proceso de comunicar como la operación de transportar una información de un lugar a otro, siguiendo un itinerario, siempre el mismo, y de dirección única; 2) aspirar al mayor número posible de destinatarios considerados, como un todo homogéneo; 3) dar capacidades determinantes a los medios utilizados para la transmisión.
    La dimensión instrumental, que señala esta tercera característica, adquiere tal importancia en el mundo anglosajón,  en los años cincuenta, que la expresión medios de comunicación o medios de masas (mass media en inglés) es considerada como sinónimo de comunicación colectiva y Marshall McLuhan la lleva a su límite extremo con su conocido eslogan “el mensaje es el medio”. Frente a esta mitificación técnico-instrumental , los formuladores de la sociedad y de la cultura de masa, tanto en su vertiente positiva (Morin 1962; Warshow 1962; Moles 1967) como impugnadora (Marcuse 1964; Mills 1967), sin negar la importancia de los canales transmisores, atribuyen un protagonismo principal a las prácticas y a los contenidos comunicativos y culturales contemporáneos, los cuales, según ellos, gozan de autonomía y especificidad propias, dentro del marco de las sociedades industriales desarrolladas de la que son al mismo tiempo , agente y producto.

    La constitución de la sociedad de masas requiere un sistema de comunicación capaz de transmitir directrices de consumo a los diferentes estratos  de la población. Este sistema surge precisamente de la denominada “revolución de las comunicaciones”. La revolución de las comunidades se inicia con el desarrollo del cine como medio masivo de ocio en las nuevas ciudades (años 20 en Estados Unidos; una década más tarde en Europa).

    Los valores y el modo de vida propios de Estados Unidos se difunden internacionalmente y en una progresiva conquista de todo el planeta acabará imponiéndose como el específico de la sociedad de consumo. Paralelamente, la radio como medio de comunicación de masas se generaliza, y la información regular y cotidiana empieza ase runa rutina diaria para amplias capas de la población. Con ello se facilita la transmisión de directrices generales a toda la población desde algunos puntos centrales.

    Con la televisión, la revolución iniciada por el cine cobra su pleno apogeo. Las décadas que transcurren del cuarenta al sesenta del presente siglos son las de consolidación de éste medio, que alcanza una hegemonía indiscutible. Ocupa casi tres horas diarias de media de cada ciudadano y tiene una influencia enorme en los comportamientos de quienes la ven.

    Los medios masivos de comunicación se convierten así, en instituciones básicas de la sociedad de consumo. Homogenizan los comportamientos, transmiten las novedades, sirven de sistema de equilibrio y de regulación de la sociedad y son también el principal escenario de muchos de los conflictos sociales.

    En relación con el consumo, los medios de comunicación se convierten en el instrumento privilegiado para dirigir las demandas de masas. A través de la publicidad en sus diversas modalidades, los productos intentan crear necesidades a los individuos, imponer modas, introducir nuevos productos y en definitiva orientar constantemente el consumo.