LA COMUNICACIÓN FAMILIAR
La comunicación
es el principal mecanismo de interacción para los seres humanos. A través de
ella se conocen y negocian los espacios en la vida cotidiana, al igual que se
entregan o vivencian las creencias, las costumbres y los estilos de vida
propios de cada familia, comunidad o espacio social al que se pertenece.
(V. Satir,
1991).
Cuando un niño
llega al mundo, la comunicación se presenta como el factor determinante en las
relaciones que establecerá con los demás, y lo que sucederá con cada una de
ellas a lo largo de su vida. En este sentido, la comunicación familiar será
para el niño el primero y más importante espacio para el aprendizaje de
estrategias de relación con
su entorno.
Además, las
relaciones familiares positivas son al mismo tiempo una importante fuente de
recursos psicosociales que facilitan, a su vez, procesos adaptativos en el niño
y en el adolescente.
En este sentido,
se ha constatado que las relaciones positivas entre padres e hijos contribuyen
al desarrollo de una autopercepción y de una autoestima positiva, tanto en los
dominios familiar como social o académico, constituyendo estos recursos de
autoestima un importante factor de protección frente al desajuste adolescente.
Todo este
aprendizaje se produce desde la familia ya que es la primera instancia y la
institución que globalmente tiene más influencia en la formación y desarrollo
de niños y adolescentes. El desarrollo de un modelo de comunicación positivo en
estas condiciones debe comenzar desde los primeros años de vida para profundizar
progresivamente, atendiendo a la madurez que presentan en cada período
evolutivo, de forma que cuando logren la adolescencia el estilo se haya ido
adaptando a sus necesidades.
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