Tipos de padres según el uso de la comunicación
En
función de las palabras que dirigimos a los niños podemos comunicar una actitud
de escucha o, por el contrario, de ignorancia y desatención. Según analiza el
psicólogo K. Steede en su libro Los diez errores más comunes de los padres y
cómo evitarlos, existe una tipología de padres basada en las respuestas que
ofrecen a sus hijos y que derivan en las llamadas conversaciones cerradas,
aquellas en las que no hay lugar para la expresión de sentimientos o, de
haberla, éstos se niegan o infravaloran:
▪ Los
padres autoritarios: temen perder el control de la situación y utilizan órdenes,
gritos o amenazas para obligar al niño a hacer algo. Tienen muy poco en cuenta
las necesidades del niño.
▪ Los
padres que hacen sentir culpa: interesados (consciente o inconscientemente) en
que su hijo sepa que ellos son más listos y con más experiencia, estos padres
utilizan el lenguaje en negativo, infravalorando las acciones o las actitudes
de sus hijos. Comentarios del tipo "no corras, que te caerás",
"ves, ya te lo decía yo, que esa torre del mecano era demasiado alta y se
caería" o, "eres un desordenado incorregible". Son frases
aparentemente neutras que todos los padres usamos alguna vez.
▪ Los
padres que quitan importancia a las cosas: es fácil caer en el hábito de restar
importancia a los problemas de nuestros hijos sobre todo si realmente pensamos
que sus problemas son poca cosa en comparación a los nuestros. Comentarios del
tipo "¡bah, no te preocupes, seguro que mañana volvéis a ser amigas!",
"no será para tanto, seguro que apruebas, llevas preparándote toda la
semana", pretenden tranquilizar inmediatamente a un niño o a un joven en medio
de un conflicto. Pero el resultado es un rechazo casi inmediato hacia el adulto
que se percibe como poco o nada receptivo a escuchar.
▪ Los
padres que dan conferencias: la palabra más usada por los padres en situaciones
de "conferencia o de sermón" es: deberías. Son las típicas respuestas
que pretenden enseñar al hijo en base a nuestra propia experiencia, desdeñando
su caminar diario y sus caídas.
Por
último, hay que mencionar la cantidad de situaciones en las que la comunicación
es sinónimo de silencio (aunque parezca paradójico). En la vida de un hijo, como
en la de cualquier persona, hay ocasiones en que la relación más adecuada pasa
por la compañía, por el apoyo silencioso. Ante un sermón del padre es
preferible, a veces, una palmada en la espalda cargada de complicidad y de
afecto, una actitud que demuestre disponibilidad y a la vez respeto por el
dolor o sentimiento negativo que siente el otro.
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